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matar. Y qu ganas, Bernal, qu pierdes si hablas o no hablas?
Cuestión de tiempos. Ganas si hablas a tiempo. Pierdes si
hablas a destiempo. Creo tener la solución. En un par de das te
lo comunico. PS. Es una indiscreción del asilo enviarte cuentas
e información a ti. En este asunto sólo debo aparecer, si es ne-
cesario, yo. Sobre ti no debe recaer ninguna sospecha.
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CARLOS FUENTES La silla del guila
Nicols Valdivia a Mara del Rosario Galvn
Le agradezco su carta, seora. Y me pregunto si no ha lle-
gado la hora de mi recompensa. Mi amor por usted es manifies-
to. Usted me ha pedido ser digno, no de su amor, sino de su
misterio. Conduce una cosa a la otra? A veces, usted me obli-
ga a preguntarme si en amor la separación une ms que la pre-
sencia. Me consuelo pensando que el amor tiene tantas formas
y ofrece tantos desafos como cada uno de los dems senti-
mientos verificables del mundo. Seora: Yo lo acepto todo de
usted menos la indiferencia. Pero acto seguido, me pregunto si
merezco ya mi premio: Tutearla.
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Mara del Rosario Galvn a Nicols Valdivia
Quieres recompensa, mi impaciente galn? Pues aqu est
mi regalo. Bernal Herrera ha quedado muy impresionado con
tus hazaas. Cree, por lo dems, que es no sólo intil sino peli-
groso que contines trabajando en la oficina de Tcito de la
Canal. Habló con el seor Presidente. Has sido nombrado sub-
secretario de Gobernación, segundo de a bordo de Bernal
Herrera.
Te repito. Espera. Calcula. Y agradece.
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Nicols Valdivia a Jess Ricardo Magón
Quiero decirte que las horas que le robo a la oficina para
platicar contigo son las mejores de mi da. Por fortuna, de tres
a seis la administración pblica mexicana se paraliza. No hay
funcionario que se respete que no est comiendo en un resto-
rn de lujo. En un privado, de ser posible. Siempre con el celu-
lar a la mano para contestar llamadas con ceo fruncido y gra-
ves asentimientos. Qu manera de afirmar con la cabeza sin
romperse la nuca! Claro que ahora, sin telecomunicaciones, es-
to no es posible. Entonces, no falta el achichincle que se apare-
ce a avisar:
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CARLOS FUENTES La silla del guila
 Seor licenciado, tiene usted un mensaje importante en la
puerta.
Claro que no hay mensajes. A lo sumo, el distinguido licen-
ciado cambia unas palabras con uno de nuestros eternos ven-
dedores de billetes de lotera ("como la sota moza, Patria ma,
en piso de metal, vives al da, de milagro, como la lotera':
aprndete de memoria a López Velarde, Jess Ricardo, no te-
nemos los mexicanos gua ms "impecable y diamantino')
apostados a las puertas de los comederos de moda.
Digo que no hay mensajes hoy, ni los hubo ayer. Las llama-
das va celular eran un. teatro bien elaborado para darse nfulas
de poder. Te digo por delante todo esto porque, como t, no
guardo ilusiones sobre nuestra clase poltica. Plus fa change,
oui... Como t, estoy harto de que hasta los barrenderos me
llamen "seor licenciado". Estoy hasta la coronilla de los "seo-
res licenciados" mexicanos. Me da risa que a Penlope, la se-
cretaria de mi oficina, los que llegan a ella la llaman, por falso
respeto y aturdida desproporción, "seora licenciada". Quisiera,
como t, que todos se convirtieran en cervantinos "licenciados
Vidriera", no para traspasarlos con la mirada sino para hacer lo
que tema el ilustre abogadillo que se crea de vidrio: romperlos
en mil pedacitos.
Entonces, conocindote, conociendo tus ideales, compar-
tiendo muchos de ellos, por qu te invito a colaborar conmigo
en la oficina presidencial, en el mero corazón de la alcachofa?
No te lo digo otra vez de viva voz, porque cuando te invit
hace unas semanas me agrediste salvajemente, te me echaste
encima, me rodeaste el torso con tus brazos, me di cuenta de
tu brutal fuerza juvenil, de tu penetrante sudor de macho y te
tuve miedo, Jess Ricardo. No s si saberlo te halaga o te
alarma. No importa. Ol tu sudor juvenil. Me cegó tu melena de
rebelde adolescente. Y te dije:
 Cunto crees que dura la juventud? Sabes que un viejo
de melena larga da risa y pena ajena? No has visto a esos jipis
ancianos arrastrando su pobre rebelda por los barrios de clase
media a donde fueron a naufragar, buscando un inexistente
San Francisco de los aos sesenta, enredados en collares de
cuentas coloridas y empujando sus alpargatas viejas hasta el
supermercado?
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CARLOS FUENTES La silla del guila
La Biblia debió aadir al Eclesiasts que no sólo hay tiempo
de nacer y tiempo de morir, sino tiempo de ser rebelde y tiem-
po de ser conservador... Has ledo Mi ltimo suspiro de Luis
Buuel? Te lo recomiendo. All ese grandsimo artista del cine 
uno de la docena mayor hace fe, como t, de su anarquismo,
pero lo adopta como una maravillosa idea, inasimilable a la [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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